Si has empezado a leer este artículo, espero que hayas visto la película Monstruos, S.A. de Disney. Primero, porque es una película increíble. Y segundo, porque aunque este artículo lo vas a entender de igual forma, te resultará más divertido.
Para ponerte en contexto, esta reflexión surge a partir de un tuit que se volvió medianamente viral hace unos días. En él, un joven recién graduado que ha comenzado su carrera en una Big4, publicó que, tras su primer año, le aumentaron el salario de 24.000€ brutos anuales a 27.500€. Esto representa un aumento aproximado del 14,6%. Importante destacar: recién graduado, un año de experiencia laboral, trabajando en una Big4, con un salario ya por encima de la media española (según el INE en 2022), un incremento anual del 14,6% y con perspectivas recurrentes de aumentos salariales.
¿Ves algo mal en esto?
Yo no. De hecho, me parece un camino profesional prometedor. Pero Twitter (o X) es otro mundo completamente distópico. Sabemos que ahí todos son millonarios, expertos inversores y competidores directos del Oráculo de Omaha, CEOs y cofundadores de multitud de empresas que han cambiado la vida de las personas, con trabajos magníficamente remunerados que les permiten comprar una mansión en La Moraleja, un chalet en Pedralbes y aún les sobra dinero para adquirir una villa en Menorca.
Y claro, salen todos estos “privilegiados” de debajo de las piedras y atacan como una jauría al chaval. Sus ilusiones, expectativas y dedicación fueron echadas por la borda por un grupo de altos mandos de corporaciones internacionales que, curiosamente, parecen dedicar más tiempo a tuitear que a trabajar. Pero bueno, si ellos son millonarios, yo no soy nadie para contradecirlos.
Dicho esto, me siento impulsado a reflexionar sobre el tema. Como mencioné anteriormente, trabajé en una Big4 durante varios años de mi carrera. Y aunque pueda tener una opinión crítica al respecto y considerar que hay alternativas, creo que es necesario contextualizar esto en la situación actual que vivimos.
(Aquí te dejo mi opinión anterior sobre el tema)
Primero de todo e importante destacarlo: no debemos idealizar a las Big4. En estas empresas se trabaja demasiado, a menudo por encima de las propias posibilidades, incumpliendo el convenio laboral en reiteradas ocasiones y desconsiderando la vida personal de las personas. Pero todo esto ya lo sabes cuando entras allí. Depende de cómo lo tomes: si lo ves como un trampolín para escalar en los próximos años a otra posición de trabajo, o si quieres hacer carrera en esta misma empresa. Todo dependerá de cómo el trabajo afecte a tu bienestar. Nada de esto es defendible.
Pero por otro lado, estas mismas compañías te proporcionan una enorme herramienta de aprendizaje y crecimiento profesional, te desarrollan en diferentes situaciones laborales que difícilmente encontrarías en otras empresas, y te remuneran con un salario incrementado año a año, comenzando con un salario base bajo pero que en pocos años te coloca bastante por encima de la media.
Sí, es cierto que el trabajo probablemente no está remunerado adecuadamente por las horas de dedicación, pero ¿cuántas empresas conoces que hagan un aumento fijo y anual de salario a sus empleados? Seguramente, no muchas. A menos que seas uno de esos eruditos de Twitter.
Así que entras a trabajar en una Big4 o similar con tu traje impecable, tu corbata tan apretada que te obliga a ir erguido como un palo y con el orgullo rozando el cielo, pensando que cruzarás la puerta de las reuniones como un monstruo de cacería, espantando y rugiendo a todo el personal, y que el mundo entero te va a respetar por tu destacado trabajo.
Pero resulta que compartes tu experiencia en el lugar equivocado, en un sitio donde rara vez deberías divulgar detalles de tu vida, y pasas de ser un monstruo terrible a un monstruo de risotada. Se ríen de ti, de tu trabajo, de tu salario, de tu carrera profesional y de tus expectativas. Básicamente, has permitido que se mofen de tu vida presente y futura.
Y esto solamente ocurre por dos motivos diferenciados pero que convergen en el mismo punto. Por una parte, la necesidad de compartir nuestra vida personal en redes sociales para recibir la aprobación de los demás y sentirnos más realizados. Parece que hoy en día no podemos vivir sin esto. Nosotros no somos lo suficientemente buenos hasta que alguien nos lo dice. Y por otra parte, la necesidad de algunos de menospreciar la labor y el camino de otros mientras autoalaban sus propias trayectorias y se ponen como ejemplo de lo que debería ser un role model profesional. Es que claro, hay que ser merluzo para preferir en tu veintena una oficina a una playa de las Bahamas. Me entiendes, ¿no?
No sé si será envidia, si será mal humor, desahogo personal, o simplemente es que están en lo correcto. No lo sé. Lo que sí sé, es que el apoyo entre los individuos una sociedad de iguales debería ser innegociable. Luego nos quejaremos de que no conseguimos prosperar como país.
Pero, ¿queréis que os diga algo? ¿La respuesta a todo esto? Ahí va:
Dime de qué presumes y te diré de qué careces.
Otra opinión que te podría interesar
