El accionariado es el conjunto de personas físicas o jurídicas que poseen acciones de una empresa, y por tanto, una parte de su propiedad. Estas acciones otorgan derechos económicos —como el cobro de dividendos— y políticos —como el voto en juntas de accionistas—, y su distribución determina quién tiene el control y la capacidad de decisión en la compañía.
El accionariado puede estar compuesto por diversos tipos de inversores: desde fundadores y empleados hasta grandes fondos de inversión, bancos o pequeños accionistas individuales. Según la proporción de acciones que posean, su poder e influencia sobre la gestión empresarial variará. Así, un accionista mayoritario podrá tomar decisiones estratégicas clave, mientras que uno minoritario tendrá derechos limitados pero igualmente protegidos por ley.
Existen dos grandes estructuras de accionariado:
- Accionariado concentrado: Cuando pocas personas o entidades controlan un gran porcentaje del capital. Suele darse en empresas familiares o no cotizadas.
- Accionariado disperso: Cuando el capital está muy repartido entre muchos accionistas, típico de grandes empresas cotizadas en bolsa.
El análisis del accionariado de una empresa es fundamental para entender su gobernanza corporativa, estabilidad accionarial y posibles conflictos de interés. Además, cambios relevantes en la composición del accionariado —como la entrada de un fondo activista o una opa— pueden tener implicaciones importantes sobre el rumbo estratégico de la compañía.